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DESTREZAS VALIOSAS

Cómo hablar en público como artista con Oski Morales

Dicen que es uno de los miedos más aterradores. Que nada más de pensarlo nos ahorca con ansiedad. Estudios indican que al menos uno de cada tres lo cargamos, por más que lo quisiéramos negar. 

 

Nos acelera la presión como si fuera a estallar. Nos humedece las manos, calentando toda nuestra temperatura corporal.  

 

No es miedo a las arañas, ni a las alturas, ni tampoco al paso de una vida al más allá.

 

Estoy hablando de glosofobia—el miedo profundo de hablar en público. El acto que nos brilla una luz encima y ni nos permite esconder, ni escapar.

 

Yo comencé a hablar en público a temprana edad más por necesidad que curiosidad. 

 

Fui presidente de la Asociación de Estudiantes de Contabilidad en la Universidad de Puerto Rico y luego presidí el Capítulo Profesional de ALPFA (Asociación de Latinos Profesionales Para América). 

 

En ambos puestos una de mis tareas principales era organizar eventos. Esto me requería tener que dirigirme al público por al menos diez minutos, me gustara o no. 

 

Al principio recuerdo odiarlo. Nunca me sentía completamente listo y cargaba una manada de nervios. 

 

Pero la obligación fue mi salvación. No fue hasta que me obligué a superar la incomodidad de enfrentar un público desconocido que logré desarrollar la confianza para subir a la tarima. 

 

Hoy día, aunque me sienta más confiado cuando me invitan a hablar de mis escritos, sé que tengo mucho espacio por aprender y mejorar. 

 

Así que en mi eterna curiosidad por aprender los secretos de aquellos que saben más que yo, opté por llamar un veterano de la oratoria. 

 

Nada más y nada menos que el querido actor y comediante, Oscar “Oski” Morales. 

 

Oski en los últimos cinco años se ha ganado el cariño del pueblo de Puerto Rico por su habilidad de conectar con un público y generar risas inmediatas gracias a sus cuentos. Poco a poco se ha convertido en una de las figuras más reconocidas en la isla en el mundo de “stand up” y la improvisación.

 

Pero no siempre fue así. En nuestra conversación me reveló que al principio andaba “embarrau” como cualquier otro. 

 

“Si te pones a pensar, el arte de la comedia “stand-up” es de lo más difíciles y vulnerables medios de expresión que existen porque estás solo en tarima tratando de hacer reír a la gente y por más que quieras salir con aplausos, realmente nunca sabes si te va a ir bien o no.” 

 

Cierto es. Las probabilidades de fracasar en el stand-up son altísimas. Es la razón por la que Oski se identifica cada vez que ve a una persona nueva subir a sus “open mics” semanales—porque sabe la vulnerabilidad que esa persona siente al tener que enfrentar un miedo que tantos le huyen.  

 

Como dice Oski; “Hay gente que prefiere tirarse de una avioneta a 3,000 pies de altura que subirse hablarle a un público en la tarima”.

 

Hablar en público nos expone al rechazo y el miedo al rechazo es uno de los miedos más primitivos del ser humano. Está sembrada en nuestra biología. 

 

Desde la época de los cavernícolas, tenías que ser parte del grupo. Parte de la tribu. Era la única manera de sobrevivir ante la amenaza de animales más grandes y agresivos. 

 

Por ende, ser rechazado por la tribu no era un problema trivial… 

 

Era prácticamente una sentencia de muerte. 

 

Así que no debe sorprender que nuestro cerebro grite; “Mera woh, aléjate de esa tarima” a la hora de enfrentarnos a un público. Es su mecanismo de defensa desde los tiempos del taparrabo. Su intento heroico para salvarte del peor escenario posible—el rechazo grupal. 

 

Lo irónico es que mientras más vayamos ascendiendo en nuestras carreras, más tendremos que sobrepasar el miedo de dirigirnos a un público. Ya sea para vender nuestro arte, pedir capital, motivar al equipo, defender la tesis y orientar o educar—hablar en público será una destreza que tendrás que desarrollar no solo para sobrevivir— sino progresar. 

 

Así que, luego de reírme por una hora y media con un verdadero artista de la oratoria terminé alistando 12 acciones claves que cualquier persona puede adoptar o ejecutar a la hora de hablar en público—dividas en las tres etapas de una charla: la preparación, la conexión y la evaluación. 

 

Preparación

(1) Presta atención a la fuente de historias tu alrededor:

Los comediantes, al igual que un novelista o un guionista no pueden depender solo de inspiración. 

 

La musa es coqueta y misteriosa. Un día te seduce dándote horas ininterrumpidas de atención y provocando inspiración. Otro día te deja plantado por más que habías reservado el día para ella.

 

No le importa tus “deadlines”, tus deseos de innovar y mucho menos la presentación crucial que lograste confirmar para el domingo. 

 

Para contrarrestar esto, adoptaría la misma práctica de Oski; comienza a observar y apuntar lo que vives frecuentemente.

 

Oski me indicó que casi un 80% de sus libretos nacen de sus interacciones con gente y un 20% lo dedica a la edición. Lo que significa que el material que uno piensa que se inventó gracias a la musa, o por el ser más creativo que uno, probablemente vino de un momento que uno hubiera tomado por sentado. 

 

A veces no necesitamos ser más creativos, necesitamos estar más pendiente. 

 

Aunque no seas comediante, tu discurso puede mejorar instantáneamente con añadir más historias del día a día.  No desaproveches la fuente interminable de contenido a tu alrededor. 

 

Vívelo y apúntalo. 

 

(2) Escribe unos “bulletpoints” a mano de lo quieres decir:

En el caso de Oski, leer no es una opción. Así que, ¿cómo él monta un monólogo de memoria?

 

“Yo escribo el cuento completo primero a mano aunque tome 4 páginas. Pero para el “show” solo me llevo un papel con los “bullet points””.  A veces no son ni oraciones completas, pero es porque ya sé como va el cuento”. 

 

Al principio me sorprendió cuando me enseñó los papeles de sus monólogos escritos a mano, pero luego encontré que existen estudios que validan que escribir a mano ayuda a retener mejor la información en comparación a cuando lo escribes a computadora. 

 

Esto debido a que cuando escribes a mano tienes que ser más selectivo con lo que escribas. La falta de velocidad del teclado te obliga a digerir la información primero para luego parafrasearlo en tus palabras.

 

En mi caso, yo uso “notes” por lo mismo. Requiere que uno escriba más lento. No importa lo que prefieras, sea escrito a mano, “notes” o en un documento en computadora, el truco aquí es darle una estructura al mensaje previo a tu presentación. 

 

Luego en tu edición, sacarás los puntos claves (los “bullets”) del mensaje. 

 

(3) Dale cariño a tu palabra:

“La mayoría de las personas no piensan como hablan. No se dan cuenta del poder que tiene la palabra... Es un poder que hipnotiza”. 

 

Esta sugerencia me impactó porque aún peco mucho de esto. Uno piensa que el habla es un ritual que tenemos que realizar a diario para conseguir un resultado deseado—similar a como tenemos que cepillarnos los dientes para evitar llegar a viejo mellau. 

 

Sin embargo, pocos le prestamos atención a cómo sonamos. Se nos olvida enfatizar el volumen y la pronunciación. No contamos la cantidad de veces que usamos las muletillas, ni cuán flaco es nuestro vocabulario. 

 

Dedícale tiempo. Práctica. Busca sinónimos a palabras que repites. 

 

No tienes que ser un aristócrata para darle cariño a la palabra. 

 

(4) Tómate el tiempo en la práctica:

Nunca te ha pasado que los organizadores te gritan o señalan: ¡Te quedan 5 minutos!... y tú piensas, tremendo… todavía me falta media presentación.

 

En mi experiencia uno tiende a subestimar el tiempo que te tardas hablando. Factor que lleva a muchas charlas a perder su magia. 

 

Para combatir esto, en tu ensayo, adopta la práctica de tomarte el tiempo de tu presentación. Trata esto mínimo 2 a 3 veces para que tengas un promedio aproximado. 

 

Luego de la introducción, la parte más importante de una charla es la conclusión. 

 

No la desperdicies por no saber medir el tiempo.

 

Conexión

(5) No leas por favor:

En el brindis de boda de mi hermana me tocaba presentar junto al padrino de boda. Yo lo hice sin leer y me tomó 7 minutos. El padrino sacó el mamotreto de cuatro páginas y le tomó casi 15 minutos en completar. 

 

¿Adivina quién se ganó al público?

 

Aunque su mensaje fue mucho más profundo, perdió a mitad de la audiencia el momento que optó por leer. 

 

Si te vas a dirigir a un público, y lees, lamentablemente demuestras poca confianza. Peor aún, demuestras pocas ganas de crear un momento memorable para tu audiencia. 

 

Es como querer enamorar a un jevx sin mirarlos a los ojos. 

 

Difícil. 

 

Piensa en la comedia. Oski no puede leer en un “stand-up” sin ser abucheado a muerte. De hecho, me admitió que prefiere subir a tarima sin nada preparado antes que leer...

 

Todos deberíamos ser más como Oski. 

 

(6) Si estás nervioso/a, no olvides respirar:

Al principio cuando comencé a hablar en público recuerdo sentir que mi corazón quería salir corriendo como si le hubiera agarrado la nalga sin permiso. 

 

Para combatir esto, comencé a practicar justo antes de subir a tarima a controlar las respiración. 

 

Hablar en público es similar a comenzar una carrera oficial, o un juego deportivo. Tienes que dar tu mejor desempeño. Y para esto, no puedes arrancar con el corazón agitado a millón. Tienes que primero encontrar un ritmo.

 

Esto lo puedes lograr contando las respiraciones, practicando la visualización en la mañana de la charla o recitando silenciosamente las primeras oraciones de tu presentación, justo antes de subir a tarima. 

 

La clave es no permitir que los nervios se apoderen de ti.

 

(7) No desperdicies tu primera línea: 

Según Oski, “Los primeros 15 segundos son lo más importante”. Muchas personas arrancan con oraciones genéricas como: “¡Buenas noches grupo”! o “¿Cómo se sienten hoy”?

 

Esto puede ser efectivo si eres el primero que se dirige al público, pero si eres 1 de 8 “speakers” o comediantes arriesgas perder la audiencia desde el saque. 

 

A lo que Oski recomienda usar la tarima a tu favor;

 

 “Juega con ese momento. Quédate en silencio o Arranca directo con un cuento”. 

 

Secundo esto. En mi última charla, titulada “la diferencia entre un amateur y un profesional” la muchacha que me presentó se equivocó cuando dijo “aquí les dejo a Raúl Palacios con su charla La diferencia de un amante y un profesional.

 

Tan pronto subí a la tarima dije... 

 

“Grupo, si mi charla fuera la diferencia de un amante y un profesional" ... sería mucho más interesante”... Lo que ocasionó que el público supiera que podía reirse conmigo. 

 

Moraleja es que juegues con ese momento. Conecta inmediatamente con tu audiencia con algún cuento justo cuando le hablas. 

 

Son esos primeros segundos, en especial cuando nunca te han visto, que debes aprovechar la energía como dice Oski. 

 

Es el momento que ellos están descifrando; “¿qué hace estx aquí” o ¿“qué vas hacer estx por mí”? 

 

Recuerda, no se trata de tí.

 

(8) Atrévete a ser más vulnerable 

En las presentaciones formales tendemos a olvidar que somos humanos.

 

Queremos impresionar. Vernos inteligentes, preparados y dignos de admirar. Sin embargo, al tomar esta actitud, divorciamos una ventaja descomunal—nuestra humanidad. 

 

Todos somos humanos. Todos hemos aprendido, todos hemos ganado, todos hemos sorprendido y todos hemos fracasado. 

 

Una razón por la que Oski ha tenido tanto éxito en sus “stand-ups”, es por su vulnerabilidad. Hasta en nuestra entrevista, él compartió varios de sus tropiezos conmigo—lo que logra desarmar a uno y conectar con su mensaje.      

 

Para Oski, aunque tu presentación sea un seminario de recursos humanos, cualquier presentación puede mejorar si le da a la audiencia un poquito de ti. 

 

En otras palabras, no los aburras a muerte con tu versión “robocop”.

 

(9) Juega con las pausas y el volumen:

 

Hay magia cuando sabes usar las pausas y la entonación.

 

Piensa en un “show” de broadway, un especial de comedia o una charla motivadora memorable.

 

Cada una usa pausas o cambios de volumen para crear tensión, transicionar de tema o simplemente para darle la oportunidad a la audiencia a digerir el mensaje. 

 

Hablar en público sin pausas o cambios de volumen es como querer entrar en acción...sin "foreplay" o lubricación. 

 

No seas esa persona. 

 

Evaluación

(10) Estúdiate en video, si tienes la oportunidad:

¿Cómo vas a corregir errores o malos hábitos si no estudias? 

 

No es distinto al atleta que ve el pietaje luego del juego. O la cantante que estudia su concierto. Aprovecha la tecnología para que puedas ir perfeccionando el arte de hablar en público. 

 

Hasta alguien como Oski, quien ha presentado sobre 100 veces, y en ocasiones 3 veces en semana, me indicó que comenzará a grabar todos sus “shows” para ver cómo los puede mejorar.  

 

No puedes alcanzar tu potencial si no estás dispuesto a estudiar. 

 

(11) Recuerda que por más mal que te vaya, no te vas a morir:

 

Hablar en público, como cualquier actividad que conlleva retroalimentación inmediata, tiene unas consecuencias binarias: O te fue bien... o hiciste el papelón. 

 

Aunque quisiéramos asegurar salir siempre airosos ante un público—recibiendo besos y aplausos—la realidad es que no siempre será el caso. 

 

Cómo me reafirmó Oski, “uno nunca sabe si te va ir bien o te va a ir mal”. Hay muchas cosas que están fuera de tu control. Puedes hablarle al grupo equivocado, tener un público cansado o fracasar porque intentaste material nuevo. 

 

Pero lo bello de tomar el cantazo, según Oski, es que te das cuenta que no te vas a morir. Hay magia en saber... “sabes qué, aunque no me haya ido bien, sigo aquí. Lo intenté". 

 

La única manera de sobrepasar la incomodidad de hablar en público es enfrentando el miedo al fracaso. Aunque tu ego se disfrace de protector, diciéndote que no estás “listx”, la realidad es que te está impidiendo crecer. Impidiendo vivir. 

 

Tenerle miedo al fracaso es tenerlo miedo a vivir. 

(12) No le des importancia al que no entró a la arena:

 

Una de mis citas favoritas es del expresidente Teddy Rosevelt;

 

“No es el crítico quién cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece al hombre en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien erra; quien se queda corto una y otra vez porque no hay esfuerzo sin error ni fallo”.

 

Oski me recalcó esto durante la entrevista.

 

Cuando estás en una tarima, siempre habrá el que estará allí para morbosamente verte fracasar. Casi como aquel espectador en una carrera esperando ver si alguien choca. Estará pendiente si gagueas, si la gente se rió, quien opinará que te faltó esto o qué pudiste añadir lo otro.

 

¿Pero sabes qué? 

 

Aunque esa persona tenga razón, él o ella no tuvo el momento de probar de qué estaba hecho. 

 

No entró a la arena. No subió a la tarima. No saboreó la adrenalina. 

 

No tiene idea del poder que conlleva tener micrófono en mano, luz encima, pies en tarima, hablando de lo que le llena o lo motiva.

 

Así que si critica, déjalx en las gradas perdidx en la neblina, 

 

que tú ya empezaste, y que para la próxima, seguirás pa ‘encima.  

 

Sobre el autor:

Soy CPA, Escritor, Conferenciante y Host del video podcast La Maestría con Raúl Palacios. Como eterno optimista, mi meta es compartir historias, que logren inspirar, motivar y ayudar a mi generación puertorriqueña a mejorarse para que juntos podamos contribuir activamente al renacimiento de nuestra isla.

 

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Publicado: 23 de julio del 2020